jueves, 19 de febrero de 2015

Lukas Furtenagel y el espejo de la muerte



La Historia pendiente

Lukas Furtenagel y el espejo de la muerte

Un inquietante mensaje oculto en una pintura renacentista

'Retrato de Hans Burgkmair y su esposa Anna', de Lukas Furtenagel | © Javier García Blanco.'Retrato de Hans Burgkmair y su esposa Anna', de Lukas Furtenagel | © Javier García Blanco.
De entre las miles de obras de arte sobresalientes que se exponen hoy en día en elKunsthistorisches Museum de Viena (Austria), hay una pintura que a menudo consigue atraer durante un buen rato la atención de los visitantes que pasean por sus salas.
Con el título de ‘Retrato de Hans Burgkmair y su esposa Anna’ (hacia 1529-1531), la pintura en cuestión es una obra del artista alemán Lukas Furtenagel, y en el lienzo aparece representada la citada pareja, cuyos rostros destacan como focos de luz sobre un fondo negro y unas ropas oscuras.
A simple vista, resulta evidente que la pintura transmite una sensación inquietante: la opresiva presencia del color negro, la mirada fija de los retratados al espectador y su semblante serio y melancólico… Todo nos transmite la idea de que algo no “marcha” bien. Una intuición que se confirma cuando, al fijarnos con detalle en el espejo convexo que sujeta la mujer de Burgkmair, descubrimos que en lugar de sus rostros, son dos pequeñas calaveras lo que aparecen reflejadas en su superficie.
Lukas Furtenagel es un pintor prácticamente desconocido. De hecho, en la actualidad tan sólo se conservan dos de sus obras: la pintura que se conserva en el Kunsthistorisches de Viena, y un retrato póstumo que realizó a Lutero el mismo día de su muerte, y que le representa en su lecho, con los ojos cerrados.
Furtenagel pertenecía a una familia de artistas de Augsburgo, ciudad en la que comenzó su formación como pintor cuando tenía sólo diez años. Sabemos que durante un tiempo trabajó en el taller de otro genio de su época, Lucas Cranach el Viejo, y más tarde, con poco más de veinte años, siguió aprendiendo los secretos del oficio con el artista Hans Burgkmair, protagonista, junto a su esposa, de la pintura que hoy nos ocupa.
Cuando Furtenagel comenzó a trabajar en el retrato de su entonces maestro tenía sólo 24 años. Ignoramos qué le llevó a realizar una obra tan inquietante y, de hecho, algunos autores han sugerido que fue el propio Burgkmair quien le sugirió el tema, quizá porque para entonces era incapaz de acometer la obra él mismo.
Al revisar con mayor atención la pintura, descubrimos algunas claves interesantes. Hay, por ejemplo, varias inscripciones en distintas partes de la obra. El espejo que sostiene la esposa contiene tres de ellas. En el contorno del mismo puede leerse, en alemán, la siguiente frase: “Erken dich Selbs”, “Conócete a ti mismo”.
Mientras, en la parte superior, aparece un breve lema en latín: “O, Mors”, o lo que es lo mismo, “Oh, muerte”. Por último, en el mango del espejo descubrimos la frase “Hoffnung der welt”, “Esperanza del mundo”. La última frase –además de la cartela en la que aparece la firma y la fecha de la obra–, se encuentra sobre la figura de Burgkmair, y en ella se lee lo siguiente: “Sollche Gestalt Unser Baider Was. Im Siegel Aber Dix Das Dan”, lo que puede traducirse más o menos literalmente por “Este era nuestro aspecto. Pero en el espejo, nada queda de ello”.
Detalle del espejo representado en la pintura | © Javier García Blanco.Detalle del espejo representado en la pintura | © Javier García Blanco.
Con estas pistas, todo parece indicar que estamos ante un ejemplo de Memento Mori, uno de esos recordatorios de la fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte. Es muy posible, como han sugerido algunos historiadores, que la elección del tema tuviera relación con una enfermedad del maestro Burgkmair.
El pintor falleció en 1531 –dos años después de que su discípulo Furtenagel terminase el retrato–, así que no sería extraño que encargase a su pupilo la creación de aquel retrato junto a su esposa cuando comenzaron los primeros síntomas de la enfermedad que le llevó a la tumba. Es posible, igualmente, que esa misma dolencia le impidiera realizar él mismo el retrato, y que por esa razón recurriera al jovencísimo Furtenagel.
Suposiciones al margen, hay otros elementos en la pintura que llaman la atención y que enriquecen el mensaje, más que probable, del Memento Mori. El más llamativo e importante es el del espejo. Durante el Renacimiento, los espejos convexos que aparecen representados en pinturas y dibujos a menudo no reflejan la imagen de quienes están frente a ellos. Esto es lo que sucede, precisamente, en la pintura de Furtenagel, pues en lugar de devolver la imagen del matrimonio, nos muestra sendas calaveras que parecen luchar por abandonar el espejo.
Grabado de Theodoor Galle con el tema del 'espejo de la muerte'.Grabado de Theodoor Galle con el tema del 'espejo de la muerte'.Por lo general, las obras de arte de este periodo en las que se incluyen espejos de este tipo muestran en su superficie una imagen que va más allá de lo “real”, a veces con sentido negativo, y otras positivo. En un grabado de 1610 realizado por el artista Theodoor Gallepara ilustrar la obra de Jan David, Duodecim Specula Deum aliquando videre desideranti concinnata, vemos por ejemplo a una pareja que se arrodilla ante un espejo. Sin embargo, en lugar de verse reflejados en él, lo que observan es una imagen de Cristo y de la Virgen María. Es decir: una imagen ideal del modelo de conducta que deben seguir.
Algo similar sucede en otro grabado de Galle publicado en la misma obra. En este caso, además, las similitudes con la pintura de Furtenagel son aún mayores. Aquí, el personaje protagonista no mira al espejo convexo –sujetado por dos esqueletos–, que aparece mostrando una enorme calavera en su superficie. Debajo del dibujo, una frase en latín explica: “Acércate y mira lo que eres, lo que serás, lo que habrás sido. El título de este espejo debería ser ‘Conócete a ti mismo’”.
Esa última frase, “Conócete a ti mismo”, es precisamente la que encontramos incluida en el espejo pintado por Furtenagel. En la Alemania del Renacimiento, autores como Lutero –a quien casualmente retrató el pintor en su lecho de muerte–, compararon a Cristo con un espejo. De hecho, Lutero describió a menudo en sus textos a Cristo como “el más honesto de los espejos”.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, es muy posible que el retrato del matrimonio Burgkmair no fuera un simple Memento Mori, sino también un claro mensaje de devoción cristiana: Conócete a ti mismo (conoce tu verdadero yo, tus pecados), pues tarde o temprano te alcanzará la muerte, y sólo a través de Cristo (el espejo) puede encontrarse la salvación (Esperanza del mundo).

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